Detrás de la mascarilla todo es mejor. Parece que no, parece que detrás de ahogas, tienes esa sensación agobiante de no poder respirar y te sientes incómodo, pero la realidad es que te conviertes en un héroe, es como la capa de superman. Tú no vuelas pero salvas vidas.

No necesitas hacer excepcional para que la gente te mire con orgullo (como si te aplaudiera) como cuando aplaudías tú a los sanitarios.

Que fácil es ser un héroe, que fácil es salvar vidas, solo necesitas una mascarilla, colocártela detrás de las orejas, ajustártela a la nariz y salir a vivir más allá de las cuatro paredes de tú casa.

Sólo tienes que cumplir con la norma de no quitártela, de no bajártela a la barbilla, de que no acabe colgada de tu muñeca, de que no acabe arrugada en un bolsillo del pantalón… en ese caso vuelves a ser sólo uno mas, uno de esos miles que encuentras cada día en el metro con la nariz por fuera, con los que te cruzas en la acera  que no la llevan porque han quedado con sus amigos (que debe ser que ellos no contagian ni les puedes contagiar) o hacen cola contigo en el supermercado sin respetar las distancia de seguridad y sin tener bien ajustada la mascarilla, gente a la que le da igual todo, que miran sólo por ellos mismo y todos los demás les dan igual.

Tú eres distinto porque te importan no solo tus padres, tus abuelos, tus hermanos, también tus vecinos, también aquella persona que se te acerca en el metro y que no conoces de nada y aquel al lado del que pasas en un pasillo del supermercado. Porque miras mas allá de tu ombligo, porque quieres acabar con esto, porque no quieres que la gente siga muriendo, porque es sencillo y no es un sacrificio… por eso  llevas la mascarilla y sonríes detrás de ella aunque nadie te vea porque sabes que tú puedes cambiar el mundo y juntos podemos hacerlo.

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